Diana Maffía, doctora en filosofía y referente feminista, fue entrevistada en Modo Fontevecchia en donde destacó el impacto del movimiento Ni Una Menos en la visibilización de los femicidios, la reflexión sobre las masculinidades y la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Además destacó que la violencia contra las mujeres, continúa. Escuchá el programa por Radio Perfil FM 101.9 o miralo por Net TV.
¿Cuál es tu reflexión sobre este séptimo año de la marcha Ni Una Menos?
Cuando se armó, en el 2015, fue el primer momento en que se hizo visible el feminismo. Hasta ese momento, nuestras campañas, nuestras maneras de ocupar la calle eran mucho más discretas. Ese 3 junio de 2015 fue inicialmente una convocatoria en la que nos juntábamos unas 40 mujeres en la esquina de Av. Rivadavia y Av. Callao a través de la convocatoria de la Casa del Encuentro por las mujeres desaparecidas en democracia, aquellas que eran secuestradas por las redes de trata y explotación sexual, problema que sigue existiendo, y por los femicidios.
De repente, hubo socialmente un hartazgo, porque los femicidios fueron con chicas muy jóvenes, adolescentes y esto fue un golpe tremendo en la opinión pública y comunicadoras feministas, es más, dijeron que esa convocatoria había que hacerla visible en las redes sociales. Eso hizo que se pasara a una marcha de 500 mil mujeres en la calle bajo el hashtag #NiUnaMenos, que luego fue atravesando otros países en el mundo.
El Ni Una Menos, como el pañuelo verde es una señal del activismo de las mujeres por temas que nos tocan a todas. Cada vez que una mujer desaparece, es asesinada o violada, es un acto terrorista. Tenemos que pensar que tanto el registro de femicidios del año pasado, como el que se va haciendo este año, muestran que el lugar más peligroso para las mujeres es su casa. El año pasado, el 60% de las mujeres asesinadas estaban en su casa con sus asesinos. Este año, el 64% fueron asesinadas en su hogar por sus parejas.
Cuando nos dicen que mejor nos quedemos en casa, nos dicen qué nos quedemos como propiedad de alguien que puede hacer lo que quiera con nosotras. Hay mucho que reflexionar sobre las formas culturales, las formas de violencia que son estructurales. Son condiciones sistemáticas de violencia que nos afectan a todas.
"A siete años del primer Ni Una Menos, habrá manifestaciones en todo el país"
¿Se podría decir que la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo tuvo que ver con el movimiento que generó Ni Una Menos?
Absolutamente tiene que ver porque una de las cosas que produjo la marcha en el 2015, pero que se vio mucho más en 2016, fue la irrupción de las adolescentes y jóvenes. También hubo muchos varones en la marcha, reflexionaron sobre estas estructuras y modos de la masculinidad. Lo que se llamó después la marea verde, y que después produjo la vigilia por el aborto en el 2018, con un millón de mujeres cuando se discutió en Diputados y dos millones cuando se discutió en el Senado, fue una masividad que los partidos políticos no entendían, se preguntaban quién las conduce, quién las financia.
"Reformular las políticas de género"
¿Ves una amenaza, en los libertarios, a los movimientos feministas y, concretamente, en el caso de Javier Milei?
Veo una agresión directa y ciega. No quiero llamarlos libertarios porque no tienen nada que ver con el liberalismo. Son posiciones conservadoras, violentas, misóginas, racistas y homofóbicas. La idea de convocar a las personas a armarse, por ejemplo, hay que ver que muchos de los asesinatos tienen que ver con uso de armas de fuego y si justamente se está diciendo que la casa es el lugar más riesgoso, el poseer armas de fuego pone en mayor riesgo a las mujeres.
Muchas de estas personas eran agentes de fuerzas de seguridad. Que no haya monopolio de la fuerza del Estado, es una renuncia al Estado de derecho. Va mucho más allá de la misoginia explícita. Este tipo de movimientos son una amenaza social, no solo a las mujeres, por el tipo de masculinidad del macho violento que se impone. Lo hemos visto en la toma del Capitolio de Estados Unidos, es una masculinidad arcaica y primitiva que no tiene lo que se necesita para la política, que es diálogo y argumentación: es un señor gritando e insultando a quienes se sienten violentados por la situación social, pero en su caso concitan al ruido colectivo que solo produce violencia.
CB PAR