INTERNACIONAL
Cárceles secretas

Duras críticas por la “Operación Cóndor” de Bush

La CIA armó una red internacional con los servicios secretos de más de dos docenas de países para combatir al nuevo enemigo común: el terrorismo.

 Bush ya aumentó el gasto militar el 41% 20210726
A 4 años del 11-S || Año: 2005 | CEDOC

Cada día más voces, incluyendo algunas pertenecientes a verdaderos “halcones” del escenario político norteamericano, se suman al coro que critica al gobierno del presidente George W. Bush por la casi seguridad de que la CIA mantiene en el exterior una red de cárceles secretas o “sitios negros”, como se los llama en la jerga de los servicios de inteligencia donde prisioneros sospechosos de terrorismo permanecen “desaparecidos” y sometidos a interrogatorios que incluyen torturas.

Pero, aunque las revelaciones estén causando en estos días más daño político al presidente de Estados Unidos que el recordado escándalo de las vejaciones en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, esta nueva estrategia estilo latinoamericano de la CIA parece haber llegado para quedarse después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

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Las denuncias afirman que los espías estadounidenses no sólo montaron “centros clandestinos” de detención en varios países europeos y de Medio Oriente sino que formaron una especie de Operación Cóndor a través de la cual la CIA estrechó sus relaciones con los servicios secretos de más de dos docenas de países para combatir al enemigo común: las organizaciones terroristas internacionales.

De esta manera, salvando las distancias y diferencias, así como los militares que en los 70 y 80 mandaban en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay se unieron para perseguir y asesinar a los opositores, Estados Unidos forjó estrechas relaciones de inteligencia con los aliados obvios (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Australia y otros) pero también con naciones hasta hace poco tiempo consideradas enemigas o, al menos, sospechosas, como Yemen, Indonesia y Uzbekistán.

La transformación es tan profunda que será interesante ver hasta dónde las críticas y la indignación podrán realmente hacer mella en el gobierno y la estrategia que sus principales colaboradores desarrollaron a partir de setiembre de 2001 para combatir al grupo fundamentalista Al Qaeda y a otras organizaciones que utilizan el terror como arma política.

“La cuestión de las prisiones (secretas) es sólo una pequeña parte del panorama general, y no creo que vaya a resultar decisiva” para eventualmente torcer las políticas de la Casa Blanca hacia Irak, dijo a PERFIL el analista Christopher Preble, del think tank Cato Institute

En cambio, Preble señaló que “llegan muchas malas noticias desde Irak, y colectivamente sí están teniendo un gran efecto: la popularidad de la guerra cayó ampliamente y por primera vez una mayoría de los estadounidenses está a favor del retiro de las tropas norteamericanas para dentro de un año”.

“Sitios negros”

La conmoción sobre los “sitios negros” la desató el Washington Post a principios de mes cuando publicó que la CIA mantiene esas prisiones en Tailandia, Afganistán y varias naciones del este europeo.

Hungría, Eslovaquia y Bulgaria, entre otros, se apresuraron a difundir comunicados en los que negaron estar involucrados

Pero el tema no es nuevo, ya que la organización Human Rights Watch viene denunciando desde hace largo tiempo que Estados Unidos está “exportando” prisioneros hacia otros países entre ellos Egipto, Jordania y Marruecos donde la tortura es admisible y no existen los problemas legales que enfrenta Washington por la situación de los detenidos en Guantánamo.

Precisamente, algunos detenidos marroquíes en Guntánamo han iniciado una demanda legal contra el gobierno norteamericano por las condiciones de detención. Lo que sí es nuevo es que la denuncia llegó en momentos en que la popularidad de Bush está por el piso. A la denuncia de los “sitios negros”, el Washington Post agregó el último viernes un revelador análisis de la nueva actitud de la CIA.

Los CTIC

Ahora, dijo el diario en base a entrevistas con funcionarios norteamericanos, la CIA está invirtiendo millones de dólares en “centros multinacionales” de inteligencia en Europa –comenzando por un cuartel general en París-– y para asegurarse la cooperación de los servicios de naciones clave en la lucha contra los grupos terroristas, como Yemen e Indonesia. Estos centros se conocen por sus siglas, CTIC.

Casi todos los casi 3.000 arrestos de sospechosos de terrorismo realizados después de los atentados del 11 de septiembre, dijeron las fuentes, se concretaron gracias a algún tipo de colaboración con servicios secretos de otros países.

Semejante nivel de suceso para un país que todavía duerme con un ojo abierto por temor a nuevos ataques terroristas podría blindar la nueva estrategia y hacerla inmune a las críticas.

Además, ayer la Cámara de Representantes rechazó por casi unanimidad el retiro de las tropas de Irak

De todas maneras, queda por verse cómo resistirá la Casa Blanca los ataques de los “duros”. Ya no se trata solamente de “palomas” como los líderes demócratas John Kerry o Howard Dean. La semana última se conoció el reclamo del diputado demócrata John Murtha, quien redondamente pidió el retiro de las tropas estadounidenses de Irak, sólo para recibir el desprecio de los republicanos, quienes lo acusaron de estar haciendo “flamear la bandera de la derrota”.

Y el viernes le tocó el turno al ex jefe de la CIA Stansfield Turner, quien afirmó: “No podemos sentirnos orgullosos de ser estadounidenses si somos torturadores”.

En declaraciones a un canal de noticias británico, Turner dijo que se avergonzaba de tener “un vicepresidente que avala la tortura”, en relación con Dick Cheney

Detrás de las críticas de la oposición y de los argumentos de la Casa Blanca, los estadounidenses, a su manera, participan del debate sobre la tortura que puede cambiar drásticamente el espíritu de este país, donde esa práctica es un tabú.

Según una encuesta de Pew Research Institute, al menos un 46% de los norteamericanos está de acuerdo con usar la tortura si se trata de obtener “información importante” sobre actividades terroristas.

*Desde Washington.